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RESTAURANTERIA Disertaciones vitales de un liberal librepensador

Más cajón de sastre.

En 1854 el gobernador del estado de Washinton convoco una reunion para discutir la rendicion de varias tribus de la region y la venta de sus tierras. Tras su intervencion el Jefe Seattle dio un largo discurso en su lengua, el Lushootseed, que alguien iba traduciendo al Chinook y otra persona iba traduciendo de este al ingles.

El Dr Henry A. Smith fue tomando notas de la version en ingles y en 1887(33 años despues) publico en el Seattle Sunday Star una version propia del discursio del jefe Seattle basandose en sus notas. El mismo reconocia que su version y su dialectica eran diferente pero que habia intentado mantenerse fiel al espiritu del discurso del Jefe.

 

Desde Washington el Gran Jefe nos envía decir que desea comprar nuestra tierra. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Es muy amable de su parte; sabemos que él no tiene necesidad de nuestra amistad. Pero consideramos su oferta, porque si no vendemos es posible que el hombre blanco venga con fusiles a quitarnos nuestra tierra.

¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, y aun el calor de la Tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire, ni del fulgor de las aguas, ¿cómo podrían ustedes comprarlos? Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo, cada brillante árbol de pino, cada grano de arena de las playas, cada gota de rocío de los oscuros bosques, cada altozano y cada colina, y hasta el sonido de cada insecto es sagrado en la memoria de nuestro pueblo; la savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo la memoria de los Pieles Rojas. Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden su paseo entre las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los Pieles Rojas.

Somos parte de la Tierra, y así mismo, ella es parte de nosotros. Las perfumadas flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y del hombre… todos pertenecemos a la misma familia.

Por todo ello, cuando el gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente. Él se convertirá en nuestro padre, y nosotros en sus hijos. Por ello, consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros. El agua cristalina que corre por ríos y arroyuelos, no es solamente agua, sino también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, deben recordar que es sagrada, y a la vez, deben enseñar también a sus hijos que es sagrada, y que cada fantasmagórico reflejo en las aguas claras de sus lagos, cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre; los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed, llevan nuestras canoas, y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos, y por lo tanto deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

El Piel Roja ha retrocedido siempre ante el avance del hombre blanco, como la bruma se retira de la montaña cuando llega el sol. Pero las tumbas de nuestros padres son sagradas. Sus tumbas son tierra santa y así estas colinas, estos árboles, esta porción está consagrada a nosotros. Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida; él no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La Tierra no es su hermana, sino su enemiga; y una vez la ha conquistado sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra a sus hijos… tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la Tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden… como ovejas o como cuentas de colores. Su apetito devorará la Tierra, dejando atrás un solo desierto.

No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades entristece los ojos del Piel Roja. Pero quizá sea porque el Piel Roja es un salvaje y no comprende nada. No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar cómo se abren las hojas de los árboles en primavera, o cómo aletean los insectos. Pero quizá también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido sólo parece insultar los oídos. Y después de todo, ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras, ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque?

Soy un Piel Roja que nada entiende. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía, o perfumado por aromas de pinos. El aire tiene un valor inestimable para el Piel Roja, ya que todos los seres compartimos un mismo aliento; la bestia, el hombre… todos respiramos el mismo aliento. El Hombre blanco no parece consciente del aire que respira, como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras, deben recordar que el aire nos es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deberán conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas.

Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como sus hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto, pudriéndose en las praderas, miles de cuerpos de búfalos muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha… Soy un salvaje y no comprendo cómo una máquina humeante puede importar más que el búfalo, al que nosotros matamos sólo para sobrevivir…

¿Qué sería del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que lo que les sucede a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado. Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con las vidas de nuestros semejantes, a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos, como nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la Tierra es nuestra madre. Todo lo que ocurra a la Tierra, les ocurrirá a los hijos de la Tierra. Si los hombres escupen el suelo, se escupen a sí mismos.

Esto sabemos: La Tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la Tierra. Esto sabemos: todo va enlazado; como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado. Todo lo que ocurra a la Tierra, le ocurrirá a los hijos de la Tierra. El hombre no tejió la urdimbre de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama, se lo hace a sí mismo. Pero consideramos la oferta de irnos a la reserva que tiene para mi pueblo. Viviremos apartados y en paz. Importa poco dónde pasaremos el resto de nuestros días.

Nuestros hijos han visto cómo sus padres fueron humillados en la derrota. Nuestros guerreros están avergonzados; y tras la derrota viven en el ocio, contaminando sus cuerpos con comidas azucaradas y bebidas fuertes. Importa poco dónde iremos a pasar nuestros últimos días; no nos quedan muchos. Pasarán unas horas, unos cuantos inviernos más y ya no quedará ningún hijo de las grandes tribus que habitaron esta tierra. Ahora errantes en grupos pequeños por los bosques llorarán la muerte de un pueblo que alguna vez fue tan poderoso y optimista como el suyo. Pero por qué lamentarme del fin de mi pueblo. Las tribus las forman los hombres, ni más ni menos, y los hombres vienen y se van como las olas.

Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él, de amigo a amigo, queda exento del destino común. Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos.

Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra un día: Nuestro Dios, es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que él les pertenece, lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan… pero no es así. Él es el Dios de los hombres, y su pasión se comparte por igual entre el Piel Roja y el hombre blanco. Esta Tierra tiene un valor inestimable para él, y si se dañase, se provocaría la ira del Creador… Contaminen sus lechos, y una noche perecerán, ahogados en sus propios residuos.

Pero ustedes caminarán hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra, y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el Piel Roja. Ese designio es un misterio para nosotros, pues no entendemos que se exterminen los búfalos, se domen los caballos salvajes, se saturen los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborre el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes…

Dónde esta el matorral? Destruido. ¿Dónde esta el Águila? Desapareció. ¡Aquí termina la Vida y comienza la supervivencia!

De manera que consideramos su oferta de comprar nuestra tierra. Si la aceptamos, será para asegurarnos la reserva que nos ha prometido. Quizá allí podamos terminar como desearíamos.

Cuando el último Piel Roja se haya desvanecido de esta tierra y su memoria no sea más que la sombra de una nube que recorre la pradera, estas costas y estos bosques conservarán los espíritus de mi pueblo, porque ellos aman esta tierra como el recién nacido el latir del corazón de su madre. Si les vendemos nuestra tierra, ámenla como nosotros la hemos amado. Cuídenla como la hemos cuidado. Recuerden siempre el estado en que se encontraba la tierra cuando la tomaron. Con toda su fuerza, con toda su mente, con todo su corazón, consérvenla para sus hijos y ámenla como Dios nos ama a todos. Lo que sí sabemos es que nuestro Dios es el mismo Dios. Esta tierra le es muy querida. Ni siquiera el hombre blanco puede librarse del destino común. Quizá seamos hermanos después de todo. ¡Lo veremos!

Jefe Seattle, 1855

 

 

Para siempre

"No existe la derrota en el corazón del que lucha"

Cajón de sastre

Bajo este nombre, pretendo recopilar textos, frases, etc. que me resulten especialmente atractivas, bien por su contenido, por su forma, en definitivas cuentas, que merezcan, según un criterio propio, un grado de atención.

Hoy empezamos con:

"si juntamos en una mesa a diez o veinte espíritus elevados, no por ello se manifestarán en la conversación. Si un biólogo venerado es también un hipócrita vanidoso, un gran físico un pánfilo sentimental y un poeta genial un crápula político, el ama de casa sólo podrá servir en la mesa al hipócrita, al pánfilo y al crápula, pues la otra mitad de los personajes no puede respirar el aire enrarecido de los salones" [...]
Jean-François Revel. Memorias.

"Vuestro tiempo es limitado, así que no lo gastéis viviendo la vida de otro. No os dejéis atrapar por el dogma — que es vivir según los resultados del pensamiento de otros. No dejéis que el ruido de las opiniones de los demás ahogue vuestra propia voz interior. Y lo más importante, tened el coraje de seguir a vuestro corazón y vuestra intuición. De algún modo ellos ya saben lo que tú realmente quieres ser. Todo lo demás es secundario."

Steve Jobs

 

"Debemos recordar que estamos en las fases preliminares de una de las grandes batallas de la historia, que nosotros estamos actuando en muchos puntos de Noruega y Holanda, que estamos preparados en el Mediterráneo, que la batalla aérea es continua y que muchos preparativos tienen que hacerse aquí y en el exterior. En esta crisis, espero que pueda perdonárseme si no me extiendo mucho al dirigirme a la Cámara hoy. Espero que cualquiera de mis amigos y colegas, o antiguos colegas, que están preocupados por la reconstrucción política, se harán cargo, y plenamente, de la falta total de ceremonial con la que ha sido necesario actuar. Yo diría a la Cámara, como dije a todos los que se han incorporado a este Gobierno: «No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor».

Tenemos ante nosotros una prueba de la más penosa naturaleza. Tenemos ante nosotros muchos, muchos, largos meses de combate y sufrimiento. Me preguntáis:
¿Cuál es nuestra política?. Os lo diré: Hacer la guerra por mar, por tierra y por aire, con toda nuestra potencia y con toda la fuerza que Dios nos pueda dar; hacer la guerra contra una tiranía monstruosa, nunca superada en el oscuro y lamentable catálogo de crímenes humanos. Esta es nuestra política.

Me preguntáis; ¿Cuál es nuestra aspiración?. Puedo responder con una palabra:
Victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar de todo el terror; victoria por largo y duro que pueda ser su camino; porque, sin victoria, no hay supervivencia. Tened esto por cierto; no habrá supervivencia para todo aquello que el Imperio Británico ha defendido, no habrá supervivencia para el estímulo y el impulso de todas las generaciones, para que la humanidad avance hacia su objetivo. Pero yo asumo mi tarea con ánimo y esperanza.

 Estoy seguro de que no se tolerará que nuestra causa se malogre en medio de los hombres. En este tiempo me siento autorizado para reclamar la ayuda de todas las personas y decir: «Venid, pues, y vayamos juntos adelante con nuestras fuerzas unidas."

Discurso de Churchill a la Cámara de los Comunes
13 de mayo de 1940


De alianzas y de civilizaciones.

 

La alianza de civilizaciones: -         - Bien, que bonito suena, oiga –-

         - Pero caballero, parece que hay algo que no acaba de encajar aquí  ¿no?- 

        - No me diga. Es algo vanguardista en estos tiempos que corren.

        - ¿Vanguardista?-

        -  Sí hombre, sí. ¿Se imagina a islamistas y occidentales tomando unas birritas por el centro, o jugando una partidita de paddel, o yo que sé, en el bautizo de la niña? No me diga que no es progresista, moderno y no encaja dentro del  “marcocoyunturaldeladinámicapacifistayprogresista” de nuestro nunca bien loado presidente. -  

       - Ya, lo que pasa es que civilizaciones, lo que yo entiendo por civilizaciones es otra cosa, oiga. Aquí hay una civilización, la occidental, que concibe al ser humano libre, y otra cosa que, bajo los pretextos de la religión y de ideologías de diferente pelaje mantienen al individuo en la barbarie. Civilización no es ablación de clítoris, ni tampoco el animar a jóvenes a matar inmolándose, ni vivir oculto bajo un burka bajo pena de lapidación. Vamos, eso para mí es anticivilización. Por eso, cuando Zeta, en pleno debate sobre el terrorismo islamista, plantea la susodicha alianza, y promueve como interlocutores a lo mejorcito de entre los tiranos que en el mundo son, crea un peligroso precedente, además de la terrible injusticia que supone para los que luchan desde el islamismo por la llegada de las libertades. Por eso su alianza tiene mucho de perversa, y sobre todo de ineficacia e injusticia. -  

       - Bueno, caballero, tampoco creo que sea como usted lo dice. Zeta es un estadista de los de época y.....-   

     -  He hablado de injusticia, y esta es la más lamentable de las consecuencias de esta improvisada idea. Si Erdogan, por ejemplo, es el cofundador de la alianz, ¿significa que no forman parte de la alianza los kurdos masacrados por Erdogan? ¿Y los miles de turcos que luchan contra la islamización de Turquía? ¿Con quienes nos aliamos? ¿Con los sátrapas que van a las cenas de la Moncloa o con los opositores de estos regímenes? ¿Con el machismo violento del Islam y sus reyezuelos o con las mujeres que han alzado la voz para denunciarlo? La respuesta parece clara, a tenor de la ausencia de los conceptos de fondo; no se habla de la libertad de la mujer, no se habla de fanatismo totalitario, no se habla de anticristianismo, ni antisemitismo (ley en muchos de estos países), ergo nos queda el folklore, la gastronomía y la belleza de sus playas. Eso sí, revestido de solemnidad y palabras huecas. Coros y danzas, en versión Bambi. Lamantable, caballero, lamentable. Y en los tiempos que corren, altamente irresponsable.- 

        - Es que....... -  

Dice Anatole France: “ Un necio es mucho más funesto que un malvado. Por que el malvado descansa a veces; el necio jamás”.

La isla

¿Por qué este pasar de puntillas por el recorrido de la vida? ¿Por qué ampararse en el desconocimiento, en la desidia, en el hastío? ¿Por qué tantos y tantos de los que nos rodean no se han llegado tan siquiera a plantear su rumbo, su carta de navegación, su puerto? ¿Por qué aquello tan normal hace años ahora es exclusivo de unos pocos?

Es un pensamiento recurrente en mí el caminar a diario por un inmenso vacío, por un desierto de aguas negras y sin apenas vida. Es una idea que produce, no cabe duda, desasosiego, tristeza y desesperanza. Gracias a Dios, de vez en cuando uno encuentra una isla. Esa isla estuvo ahí y sé que hay otras. Y fué una suerte el arribar a una de ellas. Suerte o tal vez búsqueda. Yo encontré las mías. Y no puedo imaginar mi vida sin ellas.

En estas islas encuentras el placer de la buena sombra, el amor de un abrazo y el calor de la esperanza. Gracias a los que, a estas alturas, os sabeis mis islas, soy en buena medida quien soy y quien seré. Quien siempre fuí. Ya sabeis que mi barco siempre está para ustedes, con las velas bien tensas para recorrer juntos el viaje.

Ahora estoy escribiendo en este libro de bitácora, sentado en el cuarto de derrota, atravesando como siempre, las aguas negras del desierto. Pronto pasaré por tu archipielago. Y espero que diez cañonazos nos saluden a la entrada a la bocana.

Cambio climático

No sé si ya se han dado cuenta, pero los que me conocen saben que no suelo creer en lo que la mayoría actual, la que nos encontramos en el hiper o en la gasolinera, cree a pies juntillas. Y viceversa.

Creo en Dios, creo en la bondad, creo en el ser humano como individualidad frente a la masa, creo en el amor eterno; creo en la unidad de España, creo en el compartir frente al egoísmo. Creo profundamente en la amistad.  Creo en la Navidad y me gustan los villancicos, el portal y los Reyes Magos de Oriente. Me gusta el campo, los americanos y las películas del Oeste.

Vamos, un hereje en los tiempos que corren. Y para colmo...tachán!, no creo en los preceptos de la religión del siglo XXI: El calentamiento global.

Como comprenderán, uno no es tan necio como para creer algo solo porque sí o tan bobo como por querer ir contracorriente por la misma razón. Intento, en todos los órdenes de mi vida, asesorarme, informarme siempre acudiendo a las fuentes, investigar y documentarme.

Sin ánimo de ser exhaustivo daré unas pinceladas que pongan al lector en guardia, o cuando menos, sean el acicate de una posterior profundización e investigación personal:

-         El polo norte se está calentando, pero el polo sur enfriando. De hecho, no hace mucho, recordareis que la amenaza era el enfriamiento global.

-         Si aceptáramos las mediciones medias globales, éstas no harían sino confirmar un descenso en las temperaturas desde 1.998.

-         Climatología y Meteorología no son lo mismo, y se sabe a ciencia cierta que el clima está cambiando desde mucho antes de que el primer humano encendiera el primer fuego.

-         El CO2 es un gas cuyo porcentaje de representación en la atmósfera de la tierra es ínfimo, no puede afectar al calentamiento de la Tierra de la forma en que la "secta" lo está diciendo. Aseveran que su poder en base al efecto invernadero es mayor que el del vapor de agua, lo cual resulta RIDÍCULO científicamente.

-         El clima en la Tierra SIEMPRE ha sido VARIABLE y sus oscilaciones se deben a la ACTIVIDAD SOLAR DIRECTAMENTE e INDIRECTAMENTE, a través de las NUBES. En el segundo caso, la influencia indirecta del sol, las nubes dependen para su formación de la influencia directa de los rayos cósmicos que bombardean la Tierra desde el Espacio. Y éstos a su vez, están sujetos a la actividad magnética del Sol en forma de los vientos solares, volviendo todo nuevamente al Sol.

-         El calentamiento y el enfriamiento periódicos de la Tierra afectan a su contenido de CO2 en la Atmósfera, sin que la actividad humana tenga nada que ver en estos cambios del clima. Todos los volcanes en activo del planeta emiten a la atmósfera más CO2 que la industria, coches y aviones humanos; a su vez, las emisiones de CO2 que emiten los animales son mayores que todos los volcanes juntos, y éstas a su vez se ven superadas por las emisiones de CO2 de toda la vegetación del planeta. Y los seres vivos en el planeta dependen a su vez directamente del calor o frío del entorno para aumentar o disminuir en número; así, es el clima lo que determina la cantidad de CO2 en la atmósfera, y no a la inversa. El ser humano, por importante que se considere a sí mismo, no tiene la capacidad de cambiar el clima del planeta ni puede compararse al Sol, ni de lejos, en su efecto sobre el clima.

 

Aquellos que me conocen, saben sobradamente de mi profundo amor por la Naturaleza, por su conservación, por el respeto que se le debe y mi curiosidad por conocer como ella, madre siempre, nos da su fruto más allá de lo material.

Con las observaciones anteriores, no vengo sino a intentar, a modo de crítica,  despabilar algunas mentes, tal vez demasiado acomodaticias, que se tragan todo aquello que  les escupe la televisión y demás, y que se preocupan más bien poco en ser, cuando menos,  libre pensantes.Puede ser que el clima esté cambiando (de hecho siempre lo está). Pero no nos arroguemos la capacidad de cambiarlo nosotros. Ha pasado y pasará desde que el mundo es mundo. Por cierto, en Marte también lo está haciendo, así que deberíamos pensar que estos marcianos están gaseando CO2 en cantidades industriales. ¿O no?. Cuida, no ensucies, no consumas sin fundamento, recicla, planta árboles. En definitivas, sé educado. Ahora bien, que no te vendan la burra sin haberte cerciorado antes de que lo es. Las cosas no son verdad o mentira por que lo diga la tele. Niet. El hombre, tú, yo no somos tan importantes, no somos capaces de cambiar el clima del planeta. No juguemos a ser Dios. Y por cierto, si se te inunda la casa, no le eches la culpa al cambio climático. Tal vez al promotor, que la hizo en un barranco por donde pasaba el agua desde el jurásico.     


 

De la estulticia, sumum.

Uno, si ha de ser sincero, nunca ha cantado lo que se dice estupendamente. Lo malo del asunto es que lo hace regular. Y eso es lo peor. Por que uno que lo hace rematadamente mal se puede convertir en ídolo de masas y hacer las delicias de cualquier reunión de amigos con inquietudes musicales. Pero el que como un servidor, lo hace que ni fú ni fá, que ni chicha ni limoná, pues no tiene más que escoger el camino del silencio y el ostracismo. Si es que quiere todavía mantener intacta su reputación y honor.
Pero hete aquí que el señor Rodrigo Torrijos, primer teniente de Alcalde y delegado de Infraestructuras para la Sostenibilidad – manda huevos lo de las infraestructuras – ,
siguiendo la canallesca ola de laicismo excluyente que nos asedia desde las altas instancias gubernativas, ha tenido la estúpida idea de cambiar el alumbrado navideño de 2.008, por el de “alumbrado del solsticio de invierno”, amén de que sean únicamente los comerciantes los que sufraguen la demencial idea, y restringiéndola de manera exclusiva al centro histórico.
Este personaje, votado en los pasados comicios por sólo 30.000 sevillanos ya nos tiene acostumbrados a estas salidas de tono, y a nadie extrañan ya las teorías de loco visionario del tío de la cachimba, como lo denomina Antonio Burgos.
Pero este año, movido por la visceral reacción que me producen tipejos de esta calaña, pienso cantar a todo pulmón cuantos villancicos me apetezcan, que van a ser muchos.
Es costumbre y tradición andaluza y española, recorrer en las noches previas a la Navidad, las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades. Dos guitarras, un búcaro, una zambomba y una pandereta son los aperos que hacen rescatar algunos de los viejos sabores de la Navidad, perdidos en el interior de cada uno de nosotros.
Una copita de anís, un polvorón, el olor de las castañas asándose en el carrito, el niño embutido en abrigo, guantes y gorro con borla. Y el Belén.
Cuando unos cuantos tontos – los que eliminan fiestas colegiales navideñas, los de Papa Noél, los de las navidades láicas – se ponen de acuerdo para superarse a sí mismos en la estulticia, hay que tomar alguna postura: o bien reírse de la contumacia con que los necios quieren demostrar que lo son, o bien tomas partido.
Soy perfectamente solidario y comprendo a aquel al que no le gusta la Navidad y que se vá al caribe a tumbarse al sol. Lo respeto y lo comprendo. Ahora bien, a aquellos que ponen cara de intolerante ante cualquier manifestación civil que nazca del hecho religioso y que además quiere que pidamos perdón porque nos guste, lo van a tener francamente mal conmigo: pienso cantarles al oído todo mi repertorio. Siento si hiero la sensibilidad de melómanos, musulmanes o partidarios de la primera comunión civil, pero la costumbre de cantar villancicos en Navidad es más antigua en España que el hilo negro, y viene de mucho antes de que naciera el señor Torrijos.
Mira lo que has conseguido, tío de la cachimba.



La mojama

Siempre que voy a Cádiz tengo la sana costumbre de pedir un platillo de mojama. Y es que hay pocas cosas que sean tan buen compendio de mar y de gracia.  Sin saber muy bien por qué, siempre me interesé no en la Historia con mayúsculas, que dicho sea de paso, tiene aún para mí muchos secretos. Sino en hechos históricos puntuales que llamaron mi atención. Uno de ellos es la

Batalla de Trafalgar, que tuvo lugar por estos mares allá por 1.805, en Octubre. Sin entrar en profundidades, y gracias a la infamia de Carlos IV y el progresivo declive del otrora gran imperio español, éste puso en manos de Napoleón la vida y el futuro de sus súbditos. Los gaditas pasaban el día en el barco, en el puerto y en la taberna. Fueron llevadas a cabo levas forzosas en Barbate,  en Cádiz, en San Fernando y pobres hombres sin experiencia fueron embarcados en navíos de guerra. Los ingleses en cambio tenían tripulación que llevaba navegando y pirateando desde infantes. Después de una sangrientísima refriega, ganaron los ingleses y hechos prisioneros cientos de españoles, Pues bien, una vez llevados a Londres, los ingleses rindieron honores a la tropa española por su valentía, su coraje y su honor en combate. Por sus cojones, que diría uno de la Viña.

Hace unos días estuve visitando por primera vez Chipiona con unos amigos. Aquella población no es profusa en el ornato. Vamos que si lo quitas de la orilla del mar y lo metes tierra adentro, aquello es un secarral de dudoso gusto al que no iría nadie. Pero tiene mar. Y por ello cultura y con ella cocina.

En Cádiz puedes pasear y preguntar a un paisano que donde puedes ir a comer y éste, en un escaso par de minutos te cuenta que allí fue él con su parienta de novios y que aún hoy, ya con chiquillos, no falta un domingo o fiesta de guardar. Y claro, tu vás y descubres que en la Plaza del Tío de la Tiza el camarero te mira de soslayo, y cuando llega a atenderte te dice que vale, que cuatro cervecitas ¿no pisha?, y que va marchando dos caballas, que son grandes y que para cuatro está bien. Y llega al momento con dos bandejas con plata gaditana dentro. Y todo esto por dos duros. Cádiz.

 Y claro, hoy te pides un platito de mojama en Pleamar, en la Plaza de la Cruz del Mar, y mirando hacia ese horizonte no tan lejano ves que el que está a tu lado, con la cara curtida de mil soles y otro platito de mojama, es el bisnieto de aquel que en el San Juan Nepomuceno y cebando los cañones, con el navío ya desarbolado, apretaba los dientes y gritaba a por ellos y los muertos del Nelson.

Y es la misma mojama. Desde siempre.

 Cádiz en salazón puro.

La Resistance 2

No dejo ultimamente de darle vueltas a un asunto que, como un carroñero, no para de revolotear allá donde anidan mis pájaros.

Creo que el lenguaje utilizado por ciertos poderes fácticos en España tiene una intención, que no es otra que la de convertir al españolito de a pie de futuras generaciones en poco menos que un autómata.

Me explico. En televisión, en radio, en los diarios y en fín, en todos los medios de comunicación de masas, palabras antaño corrientes y a su vez grandiosas, tienden a desaparecer de los programas, las tertulias y las páginas de los citados medios. Y no sé, pero me dá que todo esto viene de la deriva inmoral desde la que se nos tirotea desde el Poder, con mayúsculas.

Pongamos un ejemplo. La palabra “honor”. Bien. Todo el mundo la conoce y casi todos saben de su significado. Según el DRAE, “cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo” en su primera acepción. En la segunda tenemos “Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se la granjea”.  Y dirán algunos que qué carca, y que eso del honor es ya agua pasada, que aquí cada perro se lama su pijo, y punto y pelota. Y ahí es donde voy. El honor, según lo entiendo, es consustancial al ser humano, y algo digno de alabar en quien se hace valedor de tal palabra por sus actos. Sin embargo, tiende a desaparecer. Parece que si hablas con un amigo y se toca un tema donde el honor juegue papel primordial, la palabra se sustituye por otras más inexactas e imprecisas para decir precisamente que tal o cual asunto se resolvió con honor por fulano. Y decía que no entiendo muy bien por qué desde “arriba”, el honor, así como otras muchas palabras hoy en desuso, y que son consustanciales al ser humano individual, cae en desuso e incluso se fomenta el que se tenga un cierto tufillo anacrónico al pronunciarlas u oírlas. Pues bien, desde aquí, reivindico el uso de palabras antaño llenas de contenido y sentido, que gracias a unos tuercebotas hoy tienden a caer en el olvido y el desprecio. Objetivo de los tuercebotas: quitemos al hombre las palabras que definen lo que no queremos que exista, y la actitud desaparecerá, como la palabra, pues no habrá como definir algo que no existe y viceversa.Honor, es un ejemplo. Pero hay muchas más. Decidme vosotros.

¿qué tal virtud, sobriedad, decencia, honradez, rectitud, patria, integridad, dignidad...?

La Resistance

Bajo este título, y como ya anuncié en una columna anterior, voy a disertar, con todo el ánimo de ofender y desahogarme, de todo aquello que me venga en aquel momento al pelo, siendo éste un reducto para mí, de resistencia ante el devenir de estos tiempos que nos ha tocado en suerte, mala, vivir.

 

        Sucede que hay días en que, sin saber muy bien por qué, y recordando a Michael Douglas en “Un día de furia”, cogerías presto el kalashnikov y no dejarías títere con cabeza.

            Hace unos meses descubrí una de las ciudades que más me han fascinado, por diferentes motivos que no vienen al caso ahora, y estuve respirando en un mundo culto, antiguo y extraordinario, la vieja Europa. Un mundo en el que fui educado, y enseñado a respetar y amar. Un mundo que tiende a desaparecer, pero que con una mirada atenta y profunda perdura latente aún hoy, pese a tanto inculto, tanto bocazas y tanto bárbaro.

            Pues como decía, mucho había leído y oído sobre esta ciudad y sobre lo que había significado – y aún hoy de otra manera significa -  para la comprensión de la cultura occidental que hoy nos empeñamos en hacer desaparecer del mapa, herencia de tantos imprescindibles que nos precedieron, de Griegos, de Roma, de revoluciones jacobinas, de Ilustraciones y Revoluciones.

            Me senté a admirar aquellas vidrieras, y me detuve ante aquellas imponentes estatuas de quienes fueron símbolo de tantas palabras hoy en desuso, honor, decencia, patria, justicia, tan a propósito esquivadas por la chusma que nos ha gobernado y nos gobierna. Como si la moral y la virtud fueran ajenas al ser humano. Pero esto será tema para otra Resistance.

Me gusta el silencio de las catedrales o sentarme en un banco de una plaza a escuchar como el sol languidece en la efigie de aquél a quien ya tan pocos recuerdan y brindan por él. Pero ya es muy difícil hacer esto, puesto que lo único que oyes es el incesante guirigay de adocenados turistas haciendo fotos aquí y allá. Como yo, que también soy turista como ellos, ni más ni menos. Pero hay una diferencia, y es que yo no voy voz en grito a decirle a mi acompañante que qué bonito y chorradas de tan alto nivel, ni voy dejándolo todo lleno de bolsas de patatas y latas de refresco. Además de todo esto, visto pantalón largo y camisa. En pocas palabras, que no voy con chanclas de playa por el centro de París, restregándole el sudor a nadie, ni tampoco me acompañan morsas con tatuajes, piercings y sudorosas lorzas de tocino bajo lo estricado de su ridícula y atroz indumentaria. Comprenderéis que ante tal perspectiva, el ataque suicida de un millar de turcos, célibes desde hace años y con dagas en la boca se me antoja más bien un desahogo que algo por lo que preocuparse.

            Y de repente, ves que una niña en un rincón, ojea lo que crees un libro donde se adivinan grandes fotografías de aquello que tenemos ante nosotros, y que de vez en cuando, interrumpida su absorta lectura, levanta la cabeza y parece adivinarse en sus ojos el brillo cruel y despiadado, a la vez que desesperado, de aquellos turcos matarifes que nos iban a librar, a ella y a mí de todo aquél despropósito. Luego vuelve a dejar caer su cabellera rubia sobre las páginas del libro y sonríe al descubrir que en verdad mereció la pena todo aquello, y que Lope, Maupassant, Dumas, Stendhal, Hugo, Balzac no andaban descaminados.

            Entonces piensas que, bueno, no está todo perdido, y que los turcos esperarán al siguiente turno, y que la vieja Europa tal vez, sólo tal vez, perdure unos años más.

Le train bleu, París.

Situado en la Gare de Lyon parisina, Le Train Bleu es sin lugar a dudas uno de esos restaurantes donde la atmósfera que se respira nos devuelve a la Francia de principios del siglo pasado. La magnificencia de sus frescos, de su decoración, sus maderas, sus majestuosas lámparas y todo lo que allí se encuentra son el reflejo de la vieja Europa de fines del diecinueve, con el toque de glamour y sofisticación que únicamente los franceses son capaces de dar.

Fuimos allí por recomendación de mi hermana Isabel, y vive Dios que la recomendación fue acertada.

Nada más entrar y desprendernos de nuestros abrigos en el guardarropa, el amable maitre nos acompaña a nuestra mesa, clásica en cercanía al estilo europeo, aunque sin perder intimidad. Mientras ojeamos la carta, nos deleitan con una mini terrina de mousse de salmón y eneldo. Laura se decanta por el cordero; yo por el steak tartare, ordenado fuerte por error mío. Para hacer más grata la espera, un par de copas de Royal Pommery, excelentes.

El steak tartare te lo preparan al instante, delante del comensal, con una profesionalidad y elegancia de movimientos cada vez más rara en la cada vez más bárbara España.

A los postres, unos profiteroles con chocolate caliente (según el camarero, uno de los mejores chocolates de París) y un crujiente de manzana y sabayón de no me pregunteis qué, deliciosos.

El servicio, atento y servicial, muy correcto, como en todo París.

Pero sin duda lo relevante del lugar estriba en él mismo, en su historia y en su ornamento.

A modo de breve reseña os diré que se inauguró en 1.901 por el Presidente de la República, Loubet y se construyó para dar servicio a las familias de aristócratas y acomodados que se disponían a realizar su viaje en la compañía PLM, París-Lyon-Mediterranee. Por el sus mesas han pasado y pasan la flor y nata de París, y los que en el mundo son: Coco Chanel, Jean Cocteau, Dalí, ...

El decorado es fastuoso, elegante, de otra época. Según nos explicaron, las paredes están presididas por cuarenta frescos de Malraux, donde se representan los paisajes que el tren “aristócrata” atravesaba, camino del Mediterráneo.

Absteneos de ir los que acostumbrais a alabar el medio pelo, la vulgaridad, que alguno habrá entre los que me leeis. Aquí no hay sitio para eso. Estás en París, cretino, y puede abrumarte el salir de tu cascarón simplón y predecible.

Como ya adivinareis, no tengo sino recomendaros este lugar, uno de los clásicos de, bajo mi punto de vista, la más bella ciudad de Europa.

Au revoire....salut!

www.le-train-bleu.com

 

 

Carambola

   Hay veces en las que por designios del azar, nos sorprendemos; unas agradablemente, otras todo lo contrario. La columna de hoy trata, afortunadamente, de las primeras.  

Salimos de la urbe, con la intención de pasar el fin de semana alejados del bullicio y el ajetreo urbaníta, hacia el apartamento de Isla Canela. Descargado el equipaje, y cuando nos disponemos a empezar nuestras escasa horas de asueto, descubrimos que aquella llave no abre, para cerciorarnos más tarde de que es imposible que abra una llave que no pertenece a una puerta. La llave correcta descansaba grácilmente en un cajón de Sevilla.

Interesante situación.

Como viajeros curtidos en mil batallas, no conocemos el arredramiento y estaba claro que no íbamos a volver a nuestro punto de partida. Un par de llamadas bastaron para conocer un nuevo destino: Casa La Alberca, en Sanlúcar de Guadiana, a 20 millas náuticas río arriba.  

 

Una vez salvadas las lógicas dificultades de avanzar por lo desconocido, llegamos a la puerta de la que iba a ser nuestra residencia de fin de semana.

 

Lo primero que llama la atención es la cuidada elección de mobiliarios y ambientes. Todo parece estar escogido a conciencia y con gusto, algo que se hecha en falta en demasiadas estancias de la piel de toro.

Una vez dejamos las maletas en nuestras habitaciones, nos dispusimos a conocer aquella casa y aquel pueblo, al que habíamos ido a parar todavía sin saber muy bien dónde llegaba nuestro máximo grado de estulticia.

 

El pueblo es pequeño, de grandes desniveles, y vá a morir a la orilla del Guadiana, que le dá nombre. Al otro lado, en Portugal, Alcoutim. En ambos, castillos de defensa.

Incluso pudimos disfrutar de un crucero en patera, que nos llevó y nos trajo de vuelta desde tierras lúsas, al módico precio de un euro.

 

Para reponer el estómago y cuidar el espíritu, Casa Guabibi, recomendable sitio, tanto por lo que allí comimos como por la oferta cultural que allí tiene origen y cabida. Para las copas, nada mejor que los chaise-lounges de nuestra terraza, junto a la alberca, en el hotel.

No está demás que deis una vuelta por sus páginas webs, os darán algunas pistas de lo que allí se ofrece.

 

Poco más me queda por decir, salvo mi recomendación de que algún día deis con vuestros huesos en aquellos sitios, donde aún hoy, la armonía entre lo tradicional y el diseño se dan la mano. Donde poder descansar se convierte casi en obligación y desde donde sin duda, vendreis con pilas recargadas y henchidos de Guadiana.

 

www.casalaalberca.com

www.guabibi.com

Verano

Ya estoy de vuelta y la verdad, como la mayoría sabeis, el verano no cundió mucho en cuanto lo que se le presupone: ni marcha, ni descanso, ni viajes, ni nada de nada. Pero menos dá una piedra y he aprovechado el tiempo para otras cosas, tan gratificantes para el espíritu como hacer mudanza. Espero que las cosas empiecen a rodar bien a partir de ahora, aunque así de primeras, no ruedan, más bien, desbarran con poca dirección.

Lo poco que hemos hecho, en cuanto al asueto estival, ha sido acercarnos a Sanlúcar de Barrameda, que como todos conoceis o intuís, en temas de bebercio y comercio está en el "top". Y está en el top por, entre otras razones, una que se me escapa y que ha hecho triunfar a otros. A modo de ejemplo, un tugurio de mala muerte, regentado por un cualquiera, en cuestión de 40 años es el súmum de las suculencias. Pasa con Robles, pasa con Bigote y pasa con Balbino, que es donde fuimos a parar un mediodía de agosto, justo el día en que el impresentable del Presi del Gobierno (vamos, haciendo amigos!!) se sentó en la mesa de al lado a no degustar unas suculentas tortillas de camarones.

Supongo que el truco está en mantener la tradición, en conservar aquella receta que gustaba tanto y que ha sabido perdurar en el tiempo. El hombre es animal de costumbres y las más de las veces, adocenado y borreguil como pocos, y si te dicen que algo está como para desplazarse y probarlo, pues tú vás y lo pruebas. En este caso, lo curioso es que realmente, la tortilla de camarones de Balbino, en la Plaza del Cabildo, como bocados de mar, bien merecen el acercarse y, por qué no, el repetir.

Un apunte: a partir de ahora he decidido que el blog no solo disertará sobre y unicamente de gastronomía, dando cabida a demás temas de actualidad. Espero que esto no haga huir en masa a los miles que me leeis. Si es así, hacédmelo saber.

Tapear: convivir, combeber.(3)

   Pues como ya se está volviendo un clásico, continuamos con el devenir de la taberna, del bar, de la tasca, embajadores de trinchera de la gastronomía sevillana.

   Y retomamos el vademecum tabernil con uno recientemente revisitado. No es otro que el Porta Gayola, donde fuimos a dar no hace mucho después de cerciorarnos de que su vecino, La Flor de Toranzo, había hechado el cierre. Pues bien, es sorprendente como un sitio de no mucha tradición en Sevilla (llevará 3 o 4 años abierto), situado donde está, nos puede llegar a sorprender por diferentes motivos, todos ellos gratamente. En el apartado de vinos, por ejemplo, podemos encontrar un Martínez Lacuesta (servido caliente, eso sí), un Flor de Pingus o un Vega Sicilia. Error el de la temperatura incomprensible, ya que tienen cava en el local y disponen de etiquetas de prestigio. Todo se solventó con una cubitera. Pero no teníamos que haber llegado a ésto.

   De comer, unas muy agradables popietas de salmón y finas hierbas, muy agradecidas; un arroz, en barro, como debe ser, con almejas de buen padrón y, lo mejor, unos garbanzos con carabineros, tiernos y de sabor excelentes....

   Estuvimos sentados en la terracita de fuera, muy agradable y protegida del sol por la estrechez de la calle y los naranjos. Dentro el ambiente es íntimo y algo apretado. Los baños están en la planta de arriba y solo podemos acceder a ellos desde una escalera de caracol.

   Si estais por las inmediaciones no lo penseis mucho, y dareis con un valor seguro y fiable.

 

 

 

 

 

Catetismo, incultura,...irracionalidad!

   El presente artículo, es, a falta de otro criterio que no sea el mío propio, totalmente verídico y comprobable.

   Recientemente han abierto sus puertas en Sevilla, dos restaurantes en el centro de la ciudad, y que están muy en boga entre los sevillanos.

   El primero de ellos conquista a su clientela con platos como la ensalada de ostras en su ceniza, con hongos de gallina al aroma de patatitas del huerto o la concha de coquina rellena de aroma de prado silvestre, hoja de col y caracol de mar. Entre sus postres, nos ofrecen agua de sifón al Brie, los coulies de tallos de eucalipto macerados en vinagre o el helado de brécol y langostino salvaje.

   El segundo, a escasos metros del primero, nos ofrece, a modo de entrada, unas anchoas imperiales del Cantábrico montadas en pan-amb-tomaquet con aceite de oliva virgen o las croquetas de rabo de toro con pisto de verduras. De principales, potaje de berza, lomo de venado con salsa de oporto con suave de patatas y trufa crujiente o corvina asada al horno con huevas de merluza y caviar andaluz.

   Curiosamente, al primero acude tanta gente como al segundo y los entusiastas de su cocina parece que no merman en el empeño de ver modernidad y buen hacer en el lomo de erizo de mar, sobre fondo de chorizo picante y chocolate blanco fundido.

   La modernidad, la innovación, la evolución culinaria, no la encontramos unicamente en lo complicado de las combinaciones o en la dificultad del enunciado de los platos. Como ya expreso en la portada del blog, un buen plato  es la consecuencia de lo bien hecho por generaciones anteriores.

   El segundo restaurante es fiel a la gastronomía de base, elabora con sapiencia y fundamento, con estilo propio, moderno, innovador y, a la vez, respetando con sensibilidad la esencia de platos tradicionales y una materia prima excelente.

   Pues bien, para que podais comparar, os doy la dirección de ambos. Los dos están en la Plaza Nueva.

   El primero se llama Monteseirin´s.

   El segundo, supongo que ya lo sabeis...

De lo accesorio, lo primordial.

   Hablemos de copas. No, no con Cola o Limón, no. De recipientes.

   Ante todo, la copa de vino debe ser totalmente transparente, nunca coloreada, pues de lo contrario, no podemos apreciar lo realmente importante: el vino. Así que ya sabeis, si quereis color en vuestras mesas, decantaos por flores frescas.

   La copa de vino ha de ser ligeramente cerrada en su boca; esta característica hará que los aromas de lo vertido no escapen rapidamente. También es destacable la mayor amplitud de la copa destinada al vino tinto en contraposición a la de blanco. Esto es así para facilitar el movimiento del líquido con el fín de que respire.

   El cristal ha de ser de excelente transparencia y pureza, a la par que fino y resistente.

   Además de las copas "principales" de blanco y tinto, encontramos una enorme variedad. Practicamente, cada bebida tiene su copa. Así encontramos copa para oportos, brandys, whiskys, champagne....De estas últimas puntualizar que deben ser largas y estrechas, en contraposición con las antiguas de palmera, muy bajas, y que no dejaban apreciar el tamaño de sus burbujas.

   Actualmente, y en general, diferenciamos dos tipos de copa de tinto: la Burdeos y la Borgoña. La principal diferencia es que la últimas son algo más redondas, siendo las Burdeos un tanto más estilizadas.

   Bueno, espero poder pronto tomar alguno con vosotros. Y ya sabeis: el vino adecuado, en la copa adecuada.

Por cierto, para copas de calidad, Sevilla está ultimamente muy de moda. Preguntar por Sevilla F.C. !!

Lo mejor: Riedel, consideradas las mejores copas del mundo.

En contra de mi voluntad... Hotel Doña María, Terraza - bar.

Antigua Casa Palacio del S. XIV. Situado  junto a la Catedral, cuenta con 64 habitaciones cada una dedicada a una ilustre dama sevillana.

A destacar su terraza-bar, en la que disfrutar de tranquilidad, de espectaculares vistas de los incontables tejados de las casas del centro sevillano, de la monumentalidad y esplendor de la Giralda iluminada casi al alcance de tu mano; mientras tomas un aperitivo: sean cervezas varias, cocktails o espirituosos ( cuentan con una carta correcta).

La terraza se distribuye en distintos niveles, tiene una pequeña piscina, dos barras que son atendidas por 1 ó 2 camareros que os servirán sin prisa alguna ( forma parte del encanto de este lugar).

Para acceder a la terraza: entrar a la recepción del hotel, dar las buenas noches al recepcionista ( que aunque parece que no está, sí que está, bajo unas gafas o tras el periódico del día), seguir el camino que marca la alfombra  desde la recepción, ésta os llevará hasta el ascensor, pulsar terraza, a la izquierda teneis la terraza, a la derecha los servicios. (Echar un vistazo a la colección de abanicos que tiene expuesta en la vitrina).

Es un lugar donde se respira  tradicción, cultura, romanticismo. Dirígite al extremo de la terraza y deja volar, sólo, tu imaginación. Haz un breve viaje al pasado recorriendo mentalmente las calles de una época anterior. Aprovecha para declararte, para compartir una grata velada con tus amigos, para... saborear la ciudad. Es posible que nos encontreis allí celebrando algún aniversario.

Para Pérez Reverte: el lugar con más encanto de los que conoció.

No hacen reservas. En otoño e invierno la terraza-bar permanece cerrada. El horario aproximado es de 10:00 h. a 01:00 h.

Dirección: c/ Don Remondo, nº 19.

Firma: Laura.  (" La botoncito").

Tapear: convivir, combeber.(2)

   Seguimos con nuestras rutas de cocina en miniatura, vulgo tapas.

   Otro acudidero imprescindible en Sevilla es Barbiana; una embajada (y que buena por cierto) de Sanlúcar de Barrameda en la ciudad. Su especialidad, como no podía ser de otra manera, es el pescado, el marisco y la concha. Frien bien y la manzanilla es en rama. Toma tomate!. Nota: en Sevilla, desde Trajano hasta hoy, al pescao se le llama pescao, y no pescaíto, moda importada de la capital del reino. "dame un cartuchito de pescao", y nunca "dame un cartucho de pescaíto". Como decía el gran Antonio Garmendia, "vamos a ir aprendiendo ya, hombre".

   Casa Román, en la plaza de los Venerables, abierto desde que el mundo es mundo. El jamón es de primera. Es una casa antigua con todo el sabor. Recientemente restaurado.

   Las Teresas, a escasos 100 metros del anterior, esta esquina es un compendio de la taberna sevillana. Probad la tortillita de camarones y el jamón. En las paredes cuelgan fotografias del famoseo que por aquí ha pasado y pasa. Pequeña terraza en el exterior.

   Casa Diego, en Sánchez Arjona. Triana pura. Mínúsculo sitio, pero si te gustan los caracoles, es un templo. Además tienen un marisco de primera. Este descubrimiento se lo debo al otrora compañero de pululaciones taberniles Juan Luis Álvarez, Marqués de Zambrana. Va por tí, maestro. (Hay que ver lo que fué este muchacho y lo echao a perder que está...).

   La tienda de Eva, junto al Arco del Postigo. Sitio de reciente descubrimiento. Y recomendable. Es una abacería con cierto aire sofisticado en sus tapas. Probad el Idiazabal con balsámico. O el foie de oca francés. Destaca también en su vinoteca, con referencias poco corrientes. Teneis hasta champagne. Muy agradable.

Continuará...

 

 

Tapear: convivir, combeber.

   Con este título pretendo hacer una sinópsis de tabernáculos y abrebaderos, pesebres en definitivas cuentas, visitados y, en la mayoría de los casos, revisitados.

   Empezando por Sevilla, citaré a algunos, que bien por su condumio, bien por su idiosincrasia, bien por ambas cosas, merecen citarse aquí.

   Yebra, en la Calle Medalla Milagrosa, justo detrás de la Cruz Roja de la Ronda de Capuchinos. Este sitio, ya antiguo, aunque remozado, rezuma buena cocina y buen caldo. Sus tapas y raciones son de primera calidad, y la variedad de sus vinos poco frecuente. Lo peor, su ubicación, ya que no tienes cerca nada reseñable, y su popularidad, que hace misión imposible encontrar un hueco en su barra en horas punta. Muy buena su carne de carrillera, el matrimonio (anchoa y boquerón) y el atún. Todo lo que hemos probado allí gustó.

   La Goleta (Perejil chico), en la calle Mateos Gago. Alvaro Perejil, con sus amigos, están detrás de la minúscula barra, donde despachan con gracia vinos del Condado, dulces, de naranja, moscateles y cerveza por botellines o de presión. Su tapería no es extensa, pero sus montaditos, en bollito de pan de masa, merecen la pena (muy bueno el de pringá). Así como la "cándida" tortilla de patata, rellena o viuda. Un sitio muy concurrido, sobre todo por jóvenes de Sevilla, donde puedes oir cantar a una pajarita de papel en su jaula, conocer mediante recortes de prensa qué era lo más a principios de siglo, todo ello dentro de un mingitorio de poco menos de 1 metro cuadrado, donde se advierte a su entrada, el no correr por sus pasillos....

   La flor de Toranzo (Trifón), en la encrucijada de calle Barcelona y Gamazo, al lado de la Plaza Nueva. Regentado por Trifón, santanderino de nacimiento, sevillano de adopción, aquí se pueden tomar las mejores anchoas imperiales de Sevilla; también destacable las tapas de derivados del pato y la oca, así como su variedad vinatera. Se paga calidad.

   Bodeguita Morales, en García de Vinuesa, es uno de los tabernáculos con más sabor de Sevilla. Tras las primitivas estanterias de la parte noble del bar, se puede uno sentar en las mesitas de madera de la parte de bodega propiamente dicha. Era aquí donde Gustavo Adolfo Bécquer calmaba su sed sevillana, con vino y sifón, y por él se bautizo a este bebercio como "poeta". Siempre que voy me tomo uno. Destacan las tapillas de lata, esto es, productos de ultramarinos. Suelo tomar huevas de arenque. Otro sabor, otra época.

Continuará... 

Nectarine, Buenos Aires (Argentina)

   Sin lugar a dudas, en el top ten de los restaurantes porteños. Situado en el famoso barrio de Recoleta, este joven restaurante se está haciendo un hueco entre la inmensidad de buenos restaurantes de la capital argentina.

   Su situación, en la primera planta de una pequeña calle peatonal, no parece que nos vaya a sorprender de la manera en que lo hace. Subiendo unas angostas escaleras, nos encontramos con el recibidor, donde el servicio, tras darnos la bienvenida, nos acompaña a nuestra mesa.

   El ambiente es elegante, sillas Isabel II, cristaleria y mantelerias de primer nivel. La decoración es austera, pero acogedora. El restaurante pertenece al hijo de una de las principales fortunas argentinas, y esto se nota.

   La carta, de inspiración francesa, con tintes propios, es algo escueta. Sin embargo, todo lo que probé allí fué realmente excelente.

   La carta de vinos, muy extensa, recogía las principales etiquetas argentinas, chilenas, francesas, australianas....sin embargo se hecha en falta alguna referencia española. La sumillier nos comentó que tienen cavas propias y otras en alquiler, para amigos del restaurante.

   Los postres, de cuidada presentación y excelentes al paladar. Suaves, de contraste, y nada pesados.

   El servicio es muy atento y profesional, sin perder intimidad por cercanía.

   Sin lugar a dudas, la próxima vez, repetiré.

 

Nectarine ; Vicente López, 1661 - Buenos Airesm (Argentina)

Tlfno. 4813 - 6993