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RESTAURANTERIA Disertaciones vitales de un liberal librepensador

Cajón de sastre del gran Fernando

Un par de pinceladas del simpar Fernando, el rey de las atracciones feriales de camellos y pelotas.

- ¿Adónde vas, fernanblog, que te veo muy distraido?
Era Arthur, que venía del Cerro Fitz Roy muy apresurado.
- Hola Arthur, pues nada, a comprar el periódico. ¿Y tú, con las polainas?
- ¡Uy, las polainas! No me ha dado tiempo de quitármelas. Es que tengo una entrevista de trabajo y no llego.
- Pues nada, Arthur, que tengas suerte.
- ¡Gracias!
Y se fue corriendo, para ver si llegaba antes que yendo andando.

Yo había escuchado hablar de que por estas fechas siempre buscan a gente para trabajar en repostrería, haciendo contratos de un par de meses, hasta que pase la navidad, pero hasta ahora no conocí ningún caso en primera persona.

Arthur optaba al empleo de "almendrador de crocanties". Se trata de un trabajo muy especializado (el de almendrador), que para nada ha de confundirse con el de almendrante. Almendrador es quien hace los crocanties, y almendrante el que rellena los ferreros rochés. Es una profesión parecida a la de almendrista, que es quien aplica relleno a los conguitos, pero esta última tiene otro sindicato.
En otro momento me comentaba Arthur que si no conseguía ser almendrador, iba a entregar su currículum para ver si lo cogían de "letrasito", que es quien firma en los lacasitos, y si no, intentaría ser "garrapiñero", que aunque le gusta menos tiene un buen sueldo.

Lo que yo digo es que es una lástima que no puede volver a ser "Testeador térmico de emanems (se derite en tu boca, no en tu mano)" como el año pasado, ya que el convenio de testeadores impide repetir puesto de trabajo dos navidades consecutivas. Una verdadera lástima, a pesar de lo empalagosa que resulta la profesión.

Una cosa le dije, y es que hiciera méritos para entrar en la bolsa de trabajo de "Apiladores piramidales de ferreros rochés", y poder estar a las órdenes del embajador para que sus recepciones destaquen por el buen gusto del anfitrión, que dice que entrega unas muy buenas cestas de navidad a sus subalternos.
Si logra trabajar aunque sólo sea unos días con el embajador, el año que viene podrá optar al puesto de "Equilaterador de toblerones", y será el encargado de medir longitud y ángulo de cada lado/esquina. Trabajo pulcro donde los haya, y no como el que le ofrecieron hace un mes, de "Caramelizador de boquetes", que se llevaba todo el día enviando pedidos al "empaquetador de chimos".
Lo único bueno que tenía el de caramelizador era que dejaba muchos huecos a la semana, y podía ganarse un sobresueldo como "Enterrador de habas en roscón de reyes".

De verdad espero que el bueno de Arthur tenga suerte.
- ¿Sabe usted algo de paraguas, caballero?

- Pues no mucho, a decir verdad.

- ¿Nada de nada?

- Bueno, algo. Los paraguas tienen un mango o una empuñadura, que es un trozo de madera o pasta con forma de media luna.

- Bien, es un principio.

- El mango está unido a un mástil de unos ochenta centímetros. Como si fuera un bastón.

- ¡Ajá!

- Varillas. Hacen falta varillas. Los paraguas tienen ocho o dieciséis varillas flexibles que suelen ser metálicas, aunque los más modernos las tienen de fibra de vidrio.

- Y dígame. ¿Son importantes las varillas?

- ¡Claro! ¡son las que sostienen la membrana?

- ¿De qué membrana me está usted hablando?

- ¿No se lo he dicho...? Los paraguas tienen en la parte de arriba... bueno, en la parte de arriba según se ponga el paraguas... ¡Los paraguas tienen en la parte de arriba una tela que impide que te mojes cuando llueve!

- Así que empuñadura, mástil, varillas y membrana ¿eh?... ¡Umm! Sabe usted mucho de paraguas.

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