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RESTAURANTERIA Disertaciones vitales de un liberal librepensador

De la vida y la muerte, el consuelo y la esperanza.

A colación del accidente aéreo de Barajas, vienen a mi mente recuerdos de otras tragedias anteriores y que, pasando de puntillas sobre su fondo y desarrollo, tienen un denominador común: saturación “informativa”, intentando explicar al españolito de a pie, en qué consiste el movimiento de los flaps, el reverso de un motor o las capas de acero que cubren un petrolero.

Las sociedades idolátricas, tal la nuestra, no sabe afrontar el hecho natural de la muerte precisamente así, con naturalidad. Frente a las sociedades religiosas, que repiten incansables nuestra fragilidad.

En las idolátricas somos semidioses, fuertes, sanos y bellos; en cambio al no tener cura una enfermedad, cuando la ciencia y el progreso se vuelven inútiles y no dan respuestas válidas, lo mejor es acabar pronto.

No digamos cuando la muerte aparece sin previo aviso, como es el caso del accidente de Barajas. Telediarios, especiales informativos, reconstrucciones por ordenador, la voz de los expertos....ya saben, lo de siempre.

Se convocan actos de “dolor y consternación”, se leen comunicados de pésame y se dan aquí y allá banderas a media asta y minutos de silencio (Padrenuestros de la nada, oración autista y sordomuda de las sociedades que se han olvidado de rezar).

Toda esta parafernalia machacona y politiquera no sirve absolutamente para nada, únicamente para crear un cierto morbo entre la gente la calle en pos de encontrar al culpable de los hechos.

Y las grandes preguntas desaparecen entre el mar de declaraciones institucionales, informativos y políticos de turno.

De eso se trata: si la gente se formulara las grandes preguntas, concluiría que todo el progreso y bienestar, que toda la seguridad (el Estado ahora mira por ti, se buen chico y no te quitaré los caramelos) no vale nada. Cero. Que el orden de sus vidas, el paraíso que les han vendido, el bienestar y seguridad idolátricos como sucedáneo religioso y filosófico no sirven.

El paraíso de políticos y mercaderes se convierte de golpe y porrazo en el valle de lágrimas anunciado por religión y filosofía. La idolatría progre, a cambio del paraíso terrenal virtual nos arrebató la esperanza en el verdadero paraíso, espiritual.

Todo el griterío que ahora oímos no es más que las maniobras de entretenimiento para aquellos a los que les ha sido arrebatado el consuelo. Pues consuelo contra la muerte sólo puede traernos quien tiene palabras eternas, de vida eterna. De eternidad.

Lo demás, morralla.

1 comentario

Indo -

joder, qué valor. y qué razón. esos minutos de silencio que son la oración del que ya no sabe rezar. cómo me ha impactado. los tienes bien plantados y eso me gusta. no calles, aunque la gente no quiera escuchar.
yo estoy muy deacuerdo con que hemos perdido el norte, las creencias y la parte de alma que nos hacía humanos. ahora somos ciudadanos del estado muy informados. pero sin pizca de eternidad. muy buena, de verda.